jueves, 6 de septiembre de 2012

Obnubilación

Después de graduarme de la academia, entre los meses de octubre a diciembre, me encontraba en proceso de adaptación a mi nueva forma de vida como guardia penal a tiempo completo y como estudiante universitario también a tiempo completo, y en ambas situaciones con presencia física en Río Piedras pero manteniendo mi residencia oficial en Ponce, a donde viajaba con la frecuencia que el tiempo disponible me lo permitía por razón de los turnos rotativos de 24 horas de trabajo.

Un día de asueto me encontraba en mi ciudad y a pesar de que tenía mi propio auto, por motivos que no recuerdo, tuve la necesidad de utilizar el autobús público para moverme de mi barrio Las Delicias hacia el centro del pueblo.  Al subir al autobús pude observar que había pocas personas sentadas dentro del mismo y decidí dirigirme hasta el final para sentarme en la "cocina".  Repentinamente un extraño ser se apoderó de mi mente creándome la sensación de que me encontraba en las puertas del cielo.  Al dirigir mi mirada hasta el final del autobús percibí un intenso brillo de luz celestial que hería la retina de mis ojos.  Había algo allí que perturbó mi entendimiento sobre la creación del mundo.  Esa extraña luz a la misma vez que me lastimaba, me atraía y no me permitía cambiar la mirada o cerrar los ojos.  Tampoco me permitía saber que había detrás de tanto resplandor.  La mucha luz es como la oscuridad, no nos permite ver.  Según me acercaba, ese extraño ser que me hacía sentir flotando en el aire, tomaba forma humana hasta que finalmente desperté de mi letargo y pude ver que toda esa luz que me deslumbraba provenía de la infinita belleza de una joven que se encontraba sentada en la "cocina" acompañada por su mejor amiga quien también era mi vecina en Las Delicias.  Al ver a la hermosa joven de apariencia angelical mis pensamientos me confundieron, - Nunca había visto tanta belleza física en una sola mujer - Su apariencia era de un ser perfecto - La Virgen María tenía motivos para envidiarla - Dios no es perfecto porque se había equivocado dándole tanta belleza a ella que no le quedó más para repartir, privando a otras que también la necesitaban - No podía creer lo que estaba viendo.  Asombrado clavé mi mirada en sus ojos de donde se me hacía casi imposible retirarla. < Mi vista estaba tan atenta y fija ... que mis demás sentidos se apagaron. >  Dante Alighieri, La Divina Comedia, 2da parte, Canto 32

En la residencia frente a la mía vivía una familia compuesta de una madre y sus cuatro hijos, dos hembras y dos varones.  Madeline era la mayor de las mujeres y era una de las jóvenes privadas de belleza física, por eso su presencia contrastaba con el brillo que generaba la presencia de su mejor amiga. 

Me senté en el autobús en una posición que me permitía mantenerme cerca y de frente a ellas, saludé a ambas y comencé a conversar con mi vecina.  Evidentemente emocionado no retiraba por mucho tiempo mi mirada de aquel rostro tan blanco con pequeños ojos semi-cerrados y labios perfectamente delineados.  Insistí en mantener una conversación activa pero sólo Madeline retroalimentaba la misma.  Su amiga de apariencia virginal sólo sonreía amistosamente.  Intimidado ante tanta belleza no me atreví a preguntar quien era ella, cual era su nombre, donde vivía, o cualquier otra pregunta.  Por llegar a mi destino primero que ellas, me ví obligado a bajar del autobús y alejarme de las puertas del cielo que ese ángel custodiaba.  Pero su rostro y su  sonrisa se grabaron en mi mente y comencé a soñar con el amor perfecto, con mi Princesa Rosada, con mi Cenicienta.

Su resplandor me causó una ceguera que duró muchos años y que me impidió ver que toda esa belleza era sólo un disfráz; todo era una trampa del mismísimo diablo que gobierna el infierno para tratar de retenerme en su reino.  Toda esa belleza era realmente un capullo de maldad que satanás había puesto en mi camino para que yo la encuentre y la conserve mientras ella alimentaba la maldad que llevaba en su alma.  Demasiado buerno para ser cierto.  Ella era la aparición nuevamente, de la serpiente bíblica que provocó la expulsión del paraíso, la aparición del pecado y el dolor humano.  Sin haber pronunciado ni una sóla palabra ese día, esa joven con belleza de oropel dijo más mentiras que todas las que yo había escuchado en mi vida, pero mi ceguera no me permitía ver la verdad. 

Con el tiempo ella se convirtió en un torbellino que me arrastró con movimientos giratorios hacia el centro, y como el suelo que traga rápidamente el agua, fuí absorbido por su mentira convirtiendo mi vida también en una vida de mentiras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario