Me atrevo a afirmar con seguridad que en el verano de 1981 mi personalidad ya estaba definida y que cualquier cambio en mi forma de pensar y de actuar posterior a ese tiempo, fueron cambios de adaptación y no por introducción de nuevas características de personalidad. Quiero decir con esto que a pesar de que ese verano me encontraba sin trabajo, sin novia y sin estudios universitarios (suspendidos por causas circunstanciales, era verano, y sin seguridad de retomarlos nuevamente), sabía exactamente quien yo era y lo que quería: continuar recorriendo el camino de luz sobre el cual llevaba un año caminando; el camino del bien; el camino del éxito; el camino del triunfo.
Después de perder mi empleo repentinamente y de haber logrado terminar mi primer año universitario, me decidí apresuradamente a buscar otro empleo porque sabía que si llegaba el mes de agosto y todavía no lo había conseguido, sería muy difícil para mí continuar mis estudios. Tenía tiempo para actuar pero también tenía temor de no lograrlo. La primera oportunidad de trabajo que se me presentó la acepté: vendiendo contratos de fumigación residencial tocando puertas casa por casa con sueldo a comisión. No era un empleo formal pero,... cuando no hay carne se come calabaza.
Entre los años 1979-1985 existía en Puerto Rico un grave problema de hacinamiento en las cárceles que a su vez creó un problema mayor para el gobierno, la rivalidad entre bandos de reclusos por el control de estas mismas cárceles. Los constantes motines carcelarios entre estos bandos habían destruído e inutilizado casi en su totalidad la Penitenciaría Estatal de Río Piedras la cual había sido re-inaugurada por la Administración de Corrección (AC) hacía sólo un año. Este problema se convirtió en una crisis muy seria para el gobierno porque casi diariamente uno o más reclusos eran asesinados en las cárceles del país.
Me encontraba un día en la calle trabajando en la venta de contratos y me detuve brevemente a comprar un ejemplar del diario El Nuevo Día como era mi costumbre. La noticia de primera plana en ese momento era el motín que había ocurrido en la Penitenciaría Estatal el día anterior. La noticia resaltaba los millones de dólares que había gastado el gobierno en la reconstrucción de esa cárcel y cómo un año después esa facilidad carcelaria se encontraba nuevamente destruida. En esa misma noticia y como respuesta, la Administración de Corrección informaba que se encontraba en planes de reparar nuevamente esa penitenciaría y también planes de reclutar cientos de nuevos Oficiales de Custodia (guardias penales) para mejorar la seguridad y los servicios. Informaba que toda persona interesada en solicitar para uno de estos nuevos puestos de trabajo debía llamar a la Oficina de Reclutamiento de la AC para orientarse sobre los requisitos. Al leer esa noticia recordé que el año anteriror yo había solicitado para esa misma posición, había tomado el examen de ingreso, lo había aprobado, cumplí con todos los requisitos y había sido notificado por la AC que mi nombre figuraba con un número de turno en el registro de elegibles para reclutamiento, pero ellos nunca me llamaron para cubrir alguna posición.
En mi deseo de mejorar mi vida y continuar mis estudios universitarios en Río Piedras, pensé en la posibilidad de comenzar de nuevo todo el proceso. Cavilando al respecto decidí realizar una llamada a la AC con el propósito de indagar porqué no me llamaron. Abandonando mi trabajo me dirigí a mi hogar para realizar la gestión. En la oficina de reclutamiento me contestó un caballero muy amable de nombre Hector. Al escuchar mi argumento, ésta persona se dispuso a verificar el motivo por el cual no me habían llamado para reclutamiento el año anterior. Grande fué mi sorpresa al escuchar su respuesta. Hector me informó que ellos sí me habían llamado pero que en mi hogar nunca respondieron el teléfono (en ese tiempo no había máquinas contestadoras automáticas en los hogares) y por esa razón ellos decidieron inactivar mi solicitud de ingreso al Cuerpo de Oficiales de Custodia. Seguidamente me preguntó si continuaba interesado en esa solicitud y al informarle positivamente procedió a activar de nuevo mi nombre en el registro de elegibles. Varios días después recibí notificación para una evaluación sicológica como parte de los requisitos de reclutamiento. Este importante requisito lo aprobé con relativa facilidad; también el examen físico. Sólo faltaba un requisito por cumplir, la investigación personal.
El paso final para el reclutamiento de guardias penales era aprobar una investigación de campo que se le realizaba al solicitante por parte de la AC. La misma consistía en investigar a la persona en su hogar y su familia, verificar con los vecinos el comportamiento en el barrio, recopilar información sobre sus hábitos, costumbres, carácter y moral, pero sobre todo, recoger opiniones en la familia, los vecinos y los comercios cercanos en relación a si ellos pensaban que el solicitante se encontraba capacitado para portar un arma de fuego 24 horas al día sin que exista riesgo de seguridad para alguna persona.
Llegando un día a mi hogar en horas de la tarde, fuí informado que los investigadores de la Administración de Corrección habían cumplido con su misión de investigarme. En ese momento sentí mucha tranquilidad y seguridad porque estaba convencido de que ese era el final felíz de una época felíz y el comienzo de otra época llena de vida. Varios días después me telefoneó Hector para informarme el día y la hora que tenía que presentarme en su oficina para firmar mi nombramiento y hacer la juramentación como nuevo Servidor Público de Puerto Rico. Esa inolvidable fecha fué el 5 de agosto de 1981
Ese día, luego de juramentar me reporté a la Academia de Oficiales de Custodia de la Administración de Corrección que ubicaba en los terrenos de la Penitenciaría Estatal de Río Piedras. Ese primer día sentí como si me hubieran montado en una nave espacial y viajé del Planeta Tierra a otro planeta desconocido. Comencé un nuevo proceso de adaptación muy interesante. El Licenciado Charles Jimenez Nettleship era el Secretario de la Administración de Corrección en esos momentos. Este abogado fué un administrador mediocre que no pudo cumplir su función como jefe. En las cárceles del país imperaba los motines, los asesinatos, las fugas de confinados, control absoluto de los reos en la cárceles, droga, corrupción y muchos males más. El conjunto de estas situaciones fueron recogidas en el pleito Morales Feliciano vs Gobierno de Puerto Rico y tuvo como resultado la intervención directa del Gobierno Federal de los Estados Unidos en este asunto. En el proceso, el Lcdo. Jimenez Nettleship renunció como administrador del sistema penitenciario del país.
A pesar de demostrar su incapacidad, luego de su renuncia, este abogado continuó siendo parte de los miembros privilegiados del partido político al que pertenecía y posteriormente trabajó como ayudante del senador más corrupto que ha tenido el Senado de Puerto Rico, el Senador Freddy Valentín.
Desde su juventud como estudiante universitario, Freddy Valentín a sido señalado como una persona de actividades dudosas. Como miembro de la Organización de Jóvenes Universitarios Pro Estadidad para Puerto Rico, en la Universidad de Puerto Rico, Freddy Valetín fué siempre el sospechoso principal de haber colocado una bomba en una asamblea que se realizaba en su ciudad natal, Mayagüez, de uno de los partidos políticos que aboga por la independencia del país. El artefacto explosivo estalló y causó la muerte de una persona miembro del partido político que organizó la actividad. A pesar de que informes policíacos y periodísticos lo señalaban como sospechoso de éste crimen, Valentín nunca fué acusado y el crimen nuca fué resuelto por la autoridades.
Años después, por sus actividades políticas, este individuo fué elegido Senador por el Distrito de Mayagüez y el Partido Nuevo Progresista. Ocupando esta posición, el nombre del Senador Valentín era mencionado constantemente por la prensa cuando informaba que en los pasillos del Capitolio se rumoraba con insistencia que éste individuo consumía drogas en su oficina del senado y se evidenciaba en sus labores. Los insistente rumores afectaron a todo el senado y obligaron a que éste cuerpo legislativo ("la casa de las leyes") pasara por el bochornoso acto de realizar públicamente pruebas de consumo de drogas televisadas a todos los miembros del senado. Aunque ninguno de ellos dió positivo a drogas (sabemos que el cuerpo se "limpia" con diurético), los rumores no cesaron.
Cuando el Gobierno de Puerto Rico comenzó con la liquidación de la Corporación de Renovación Urbana y Vivienda (CRUV), Freddy Valentín compró seis apartamentos en el Condominio Santa María I en el barrio Sabana Llana de Río Piedras y que pertenecía a la CRUV al bajo precio de $26,000 c/u y los revendió a sobre precio porque, haciendo uso de información privilegiada, tenía conocimiento de que frente a ese condominio se construiría un lujoso y millonario proyecto, era el proyecto Parque Escorial.
Siguiendo con su carrera política corrupta, éste senador continuó escalando posiciones hasta llegar a ser elegido presidente de la poderosa Comisión de Nombramientos del Senado. Esta es la comisión que aprueba o cuelga todos los nombramientos que hace el gobernador de Puerto Rico incluyendo a los jueces de la Rama Judicial, obligando al gobernador a negociar con el presidente de ésta comisión los proyectos políticos pendientes. Mientras Freddy Valentín presidía ésta comisión, el gobernador propuso para ser nombrado como Juez Superior a uno de los ayudantes del mismo senador Valentín, era el inepto ex administrador de corrección, el Lcdo. Charles Jimenez Nettleship. Este nombramiento le garantizaba un mínimo de doce años de empleo seguro y un jugoso sueldo. La verdad siempre será juzgada por aquellos que viven de la mentira.
Después de muchos años de corrupción, finalmente el senador Freddy Valentín fué arrestado por agentes federales del gobierno de los Estados Unidos por varias acusaciones de corrupción incluyendo la compra-venta ilegal de los apartamentos en el Condominio Santa María I. A su salida, bajo condiciones, del tribunal federal, lo esperaba una gran cantidad de periodistas que lo bombardeaban con preguntas que él respondía en su defenza mientras continuaba caminando. Sólo hubo una pregunta que él no pudo contestar, la que le hizo la periodista Milly Gil. El pueblo de Puerto Rico fué testigo a través de la televisión, cuando ésta periodista le preguntó, - "Senador, ¿que se siente ser una rata?"- El silencio repentino fué sepulcral mientras Freddy Valentín bajaba su cabeza y continuaba su salida. Ante el silencio la valiente periodista comentó, - "He esperado este momento por tanto tiempo".-
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